sábado, 25 de mayo de 2013

Sangre indígena, hombres salvajes

Piel morena, oscura, candente, torso denudo, pantalones gastados, militares y con mirada asesina. Suena bien, no? No es fantasía, son hombres que aunque no lo crean existen en nuestro país pero nos negamos a verlos.

Ese hombre macho, pero macho, macho. Musculoso, no de gimnasio sino porque la genética se encarga de hacer lo suyo. Al menos en Rapa Nui se encuentran de éstos, hombres que irradian hormonas ante cualquier damisela, y claro, si hasta las señoras de los sectores más altos del país llegan a esta Isla, casi afrodisíaca, y buscan encamarse con alguno a cambio de un par de lucas. Cuentan las malas lenguas isleñas que dichas señoras se los pelean.

Y como no, si basta con verlos y es una explosión de feromonas que sin pensarlo te llevan a su cama sin previo aviso, la rudeza, la posesión que ejercen ante la mujer y esa conducta de macho alfa son cosas que no se ven muy seguido.
Pero claro, esa sangre salvaje, sensual y sexual debe tener sus defectos, y claro, el machismo explota tanto como sus feromonas, te posee y no dudes en decirle que no, mejor di si, si no quieres terminar con un hematoma, así de rudos, quizás por eso el apellido “Manu-Tomatoma”.



Pero no son los únicos. Los mapuches no se quedan atrás, esa sangre indígena que atrae a finas y elegantes mujeres provocan esas ganas de verlos a torso desnudo, sólo con pantalones, con un cintillo de lonko y sobre un caballo corriendo por los bosques del sur del Bío Bío.

Calientes por naturaleza, o cálidos de sangre, machos alfa every were que hacen de sus miradas una cascada de escalofríos en quienes gustan de las pieles más oscuras. Sinónimo de calor, sudor y sexo. Y aunque muchas nieguen la atracción fatal y sexual que provoca la sangre indígena, saben que en el fondo el hombre salvaje puede producir estragos. O no recuerdan al famoso “Nahuel” de una teleserie? Personaje o no, su papel de mapuche no pasó desapercibido y es que ya su nombre, que en mapudungún significa “León”, estaba en boca de las más finas señoritas.

Les guste o no, nuestros antepasados hicieron un trabajo de joyería y es que sea Rapa Nui o Mapuche, hay que destacar que nos sólo nos heredaron la cultura y su historia, sino también los hombres más sexuales y hormonales del país, y lo mejor, es Made In Chile, señores.


jueves, 9 de mayo de 2013

Los hombres no deberían roncar


Ok, tienes por primera vez en tus aposentos a ese hombre, al que deseabas desde que lo conociste y que por esas casualidades de la vida, o la alineación de planetas, terminaste teniendo sexo con él. BINGO!

El problema viene cuando NO estás acostumbrada a dormir acompañada y te percatas que el sujeto no tiene ninguna intención de marcharse. Es más, da por hecho que dormirán juntos. Y claro, decirle que se vaya puede herir su prestigioso ego y para qué entrar en problemas tan luego, digo yo.

Y aquí vamos con lo que nos aqueja. Está comprobado que el 99,9% de los hombres que han pasado por mi habitación ronca. Lo que se traduce en:

1.- Desvelarte. No puedes dormir y tu mente en vez de concentrarse en Morfeo hecha a volar cada uno de los pensamientos más escondidos de tu ser.

2.- Escucharlo. Yo creo que para ningún hombre debe ser agradable que lo oigan roncar tan detenidamente, pero, qué opción tienes?

3.- Analizas su ronquido. Tu insomnio te lleva a compararlo con los de sujetos anteriores y es ahí cuando concluyes que existen 3 tipos de ronquidos:

-          El fuerte. Ese que te deja pegada al techo con cada exhalación y sientes que deberás pedirle disculpas hasta a los vecinos por tan bochornoso momento.

-          El suave. Ese que suena como pitito. Un acorde agudo del cual, dado a tu desvelo, no sabes si reír o llorar. Pues, a esas alturas ya nada te hace gracia.

-          El infartante. Ese que a saltos te indica que en cualquier momento el hombre se nos va al patio de los callao’s. Y entras, por si fuera poco, en una fase de preocupación constante para moverlo cuando su respiración se detenga, mientas claro, él ya va en su quinto sueño y tú ahí.. Valor!



Entonces, pasan las horas, duermes poco, te idiotizas. Analizas el próximo encuentro, o le dices que quieres dormir sola y tan “amigos de cama” como antes. O te preparas para repetir todos estos pensamientos a altas horas de la madrugada, (siempre y cuando su desempeño en la cama valga la pena), o por último, aplicas la vieja técnica y la única que tienes a tu alcance: Te acercas un poco hasta que lo tocas de manera poco suave, digamos que “sin querer”, con el fin de que aunque sea por unos minutos detenga la locomotora que  lleva dentro. Pero cuando eso falla, fracasaste como amante.

Acaso no basta con tener que lidiar con el sueño liviano, con dolores menstruales, con la depilación, con pelear con tus hormonas, como para que más encima debas soportar tan castigo divino? Porque digámoslo, si Dios nos mandó este mal necesario llamado HOMBRE y más encima con este “detalle”, es porque claramente, nos quiere perjudicar en la tierra y en la cama.

lunes, 6 de mayo de 2013

El "hombre mina" en 10 pasos


Cuántas veces hemos estado en momentos de la vida donde todo está tranquilo y de pronto paff!! Ves a lo lejos a un hombre, macho, recio, apuesto, y todas esas cualidades que hacen que tu estado zen sea devorado por la diosa que llevamos dentro.

Es como “el hombre más codiciado del pueblo” que de pronto, luego de un par de trucos te das cuenta ya lo tienes en tu red. Pero, como nada en la vida es perfecto, y menos los hombres, nos tropezamos con detalles y actitudes que te hacen pensar en el hombre “mina”.

Y cómo detectarlo? Pues no es muy difícil, no hablo de delicadeces y que sea fino, si no que en gustos, preferencias, actitudes y que les gusta eso que todos llamamos “drama”.



1.- El hombre mina se tira para abajo, intenta seducir dándoselas de pobrecito. Quizás para ser humilde, pero en el fondo sabemos que la arrogancia muchas veces nos vuelve locas.

2.- Intenta ser tierno, cuando en realidad ambos sabemos que si empezamos a engachar no es precisamente para “enternecernos” si no más bien, para tener sexo. Y la ternura no tiene cabida en un cuerpo lujurioso.

3.- Si no le contestas el wathsapp se desespera. Empieza con preguntas y a cuestionarse si no quieres responder, si ya no lo quieres ver más, si hizo algo malo, si hubo algo que nos molestó, etc. O sea, la obsesión, cuando ambos sabemos que nadie es dueño de nadie y que si no contestas puede ser por la simple razón que puedes también estar OCUPADA!!!

4.- El hombre mina actúa como mujer despechada, cuando en realidad una quiere solventar su lado sexual y no emocional. Digo, en la cama no puedes arreglarle sus trancas emocionales o carencias afectivas del pasado. Digámoslo.

5.- Si se conocen hace muy poco y empieza a hablar de “las cosas que siento por ti”, es hombre mina. Si en realidad lo buscaste sólo para la maldad, ya a estas alturas tus piernas se empiezan a cerrar como si tuvieran un imán. La diosa que llevas dentro vuelve a sentarse en el sofá.

6.- El hombre mina cuestiona tu libertad. Demuestra su miedo ante tu independencia, dejando ver su lado más dependiente, mamón, afectivo, como cual gato callejero.

7.- No muestra enojo. Un punto a favor, él no se enoja, no muestra celos, pero en cualquier momento tira con ventilador algún comentario haciendo alusión a que él es un hombre bueno y pobrecito. Victimización versus una mala mujer.

8.- El hombre mina es el más comprensible de la tierra. Lo que lo convierte en un sujeto sumiso y de poco carácter. No debate porque piensa que eso es lo que a uno le gusta o porque quizás teme la reacción de esta mala mujer, libre y pecadora.

9.- Basta con que te diga una sola palabra y sabes que si le das cuerda se viene el drama, la telenovela mexicana y todas esas vainas chico! Cuando en realidad las cosas son más simples de lo que cree. Te da mil explicaciones de algo insignificante y que tú ni siquiera has pedido. Valor!

10.- Cuando llegas al punto 10, te pones a pensar “así somos las mujeres?” y es en ese entonces cuando quieres retirarte del juego y evitar el melodrama, que si bien nos gusta, al menos a mí, es sólo por la televisión y no en la vida real. Y tanto drama, trancas, lados oscuros o fantasmas en un solo hombre puede llegar a matar todas las pasiones existentes en tu ser. Sépanlo.

lunes, 8 de abril de 2013

El más codiciado del pueblo


Quien no ha tenido un amor platónico en la adolescencia, algo medio ridículo pero menos mal que con el paso de los años nos vamos poniendo más realistas. Hoy eso que llamamos “platónico” se traduce al hombre guapo, exitoso, codiciado, pero casado. Quizás eso no sea lo peor, pero sí que la distinguida esposa sea verdadera bruja, según cuentan las malas lenguas.
Pero ese hombre inalcanzable tiene aspecto de macho alfa encubierto, es humilde y no piensa en la posibilidad de portarse mal. Malas señales que lo hace más inalcanzable, mientras allá afuera hay una fila de féminas explotando feromonas por montón.

Corren las noticias y las malas lenguas cuentan “en el pueblo” que ahora es un hombre soltero, saltamos como grillos de nuestro puesto y pensamos en algún plan maestro que nos permita ganarnos su confianza para luego atacar como cazador a su presa.
“Es un hombre que hay que compartir” dicen algunas mujeres, y bueno, el macho alfa tiene aire de ser un hueso duro de roer, más ahora que está solito, quizás indefenso, un poco triste e inestable emocionalmente, o puede ser también favorable si pensamos en su vulnerabilidad. O es muy perverso lo que estoy diciendo?



Lo cierto es que se transforma en una verdadera misión, para la cual hay que hacer un trabajo de joyería y la verdad es que a veces una ya no está para esas cosas. Uno se convierte en espía, se las da de sicóloga, a veces humorista y quizás que otra ridiculez para llamar la atención de aquel macho alfa, que al fin y al cabo, debe tener un remolino en el cerebro. Y claro, es ahí cuando nos cuestionamos si valdrá o no la pena, sea por culpa de la feromonas o sólo con el fin de pasar una apasionada noche y quitarnos el “empacho” de una vez.

A estas alturas los trabajo de joyería son una lata, más cuando ya conoces a los hombres y sabes que más de una cana verde te van a sacar, igual intentarlo no cuesta nada. El límite es nuestro, pero lo cierto es que de cazarlo, serás la envidia de muchas y el trabajo de joyería habrá tenido su recompensa. Y qué mejor trofeo que aquel hombre medio despechado, pobrecito, vulnerable que puede sorprenderte con un gran zarpazo de tigre, y ahí la tortilla se puede dar vuelta. Pero qué más da, ese hombre soltero ahora es la felicidad de las mujeres “en el pueblo” y al menos es un soltero más dentro de una manga de hombres emparejados y/o homosexuales. La contienda es desigual queridas amigas y lo peor, es que eso nos tiene pensando en misiones secretas. Estamos cagadas.

lunes, 18 de marzo de 2013

Toy-Boys: Si Madonna puede, nosotras también.


Muy mujercitas o mujerzuelas solemos ser o andar como hembra alfa por la vida, mirando o deseando a ese machote recio, rudo y quizás hasta con una que otra cana, claro, a veces pueden ser muy sensuales. Pero, qué pasa si encontramos todas esas características en un veinteañero? Esos 24 o 25 años bien escondidos en un cuerpo más sensual de lo que uno quisiera. Lo que por su puesto, siempre se agradece, sobre todo si llegase a ser deportista.

Y es que esas sonrisas picaronas por fuera, pero sexuales por dentro, son parte de lo irresistible de aquellos “lolos”. Las ganas locas que tienen por quitarte la ropa, los ojos con los que te miran, como si fueras un trofeo. Chequetetos.

Ahora, si vamos más allá, sus cuerpos son más trabajados y por supuesto la resistencia en la cama es algo que no deberían perder con el paso de los años. Por favor!!
Pero como no todo es dulce hay que tener ciertas reglas claras para que el “joven” tampoco se vaya enrollando, si muy sexual y caliente puede ser pero no por eso nos vamos a enamorar.



1.- Al toy-boy no se le llama por teléfono. Sólo mensajes de texto, whatsapp o DMs por twitter. Si lo llamas y está con sus amigos lo más seguro es que seas tema de conversación y no siempre es favorable. Y el misterio de los mensajes es más sensual, no un recreo.

2.- Al toy-boy no se le va a ver a la casa. O van a un motel o te hace la “gracia” a domicilio. De ser así, éste jamás se queda hasta el otro día. Dormir con una ya son palabras mayores. No.

3.- Con el toy-boy no se sale a una cita. Menos salir a comer o ir al cine. Mientras el joven esté con todo su esplendor en una cama contigo no hace falta más preámbulo.

4.- Al toy-boy no se le contesta el teléfono de madrugada. Al final de la fiesta con sus amigos y bajo algunas copas lo más probable es que seas parte de una apuesta o muestra de su hombría.

5.- Una tiene el control, el toy-boy sólo debe acatar y estar listo y dispuesto junto a todo su maravilloso cuerpo, sus calugas y oblicuos de joven apuesto, sexy y que te quiere comer con papas fritas.

Las reglas están para romperlas, pero es bueno tener presente que los años de diferencia son experiencias menos. Este tipo de “touch and go” siempre, pero siempre vale la pena. No sea pava y no tema ir a la cama con uno de ellos, eso sí, el fanatismo no es bueno. Pero así como para ellos eres LA-MUJER-TROFEO para nosotros son un dulcecito en la boca de un niño. Sépanlo. Si Madonna puede, Jennifer López puede, Demi Moore también, por qué nosotras no?

jueves, 21 de febrero de 2013

La "Señorita Steele" que llevamos dentro


Para quienes han leído las “50 sombras de Grey” resulta impactante percatarse la cantidad de emociones que nos puede provocar un simple libro. Digo simple porque si no fuera por el boom que ha tenido alrededor del mundo seguramente poco y nada sabríamos de esta saga.

Una novela erótica donde los hombres que oyen hablar de ella creen que una es la inexperta en las artes amatorias y que necesitamos de un libro para poder “aprender”. Ilusos. Otros piensan que con regalarle tal obra a su mujer creen que le hace un favor como si se tratara de un manual o instructivo de cómo tener sexo. Doblemente Ilusos.

Yo creo que lo encanta no es esa sensación de sadomasoquismo que muchas quizás no nos gustaría experimentar. Si no más bien, sacar a la Señorita Anastasia Steele que todas llevamos dentro.


Sentirse tan deseada y poseída a la vez. Sentirse protegida a pesar del peligro, sentir que con sólo morderse el labio un hombre sería capaz de “cogerla” ahí mismo en el sofá. Sentir prácticamente un orgasmo cada vez que el sujeto rudo y extraño la mira. Sentir “50 mil cosas” a la vez y sólo con un hombre, que a pesar de su particular forma de amar, termina encantando a las lectoras. Muchas lo desean. Me incluyo.

Una obra que nos envuelve en inocencia, en sumisión, en desear nuevas sensaciones y experiencias (no sé si las que se relatan, pero acción al fin y al cabo). Un cuarto de juegos cambió su vida, como a nosotros nos puede cambiar la nuestra un simple libro. Claro, porque de aquí a conseguir un “Grey” es como pedirle peras al olmo, no?

Quizás un poco de inocencia no nos vendría nada de mal, ser o mostrarse una mujer sumisa tampoco. Quién sabe, quizás hasta puede ser orgásmico. Las mujeres frías no sabemos mucho de esas cosas, y quizás podríamos terminar agarradas del moño con Grey, (lo digo en sentido figurado, para que no me imaginen colgada desde el pelo en aquel cuarto de juegos). Las mujeres frías queremos tener el control siempre, por lo que ceder un poco y entregarse a un galanzote como el susodicho del libro, quizás nos sería útil. Insisto, quizás.

Hace tiempo que la era del príncipe azul desapareció, casi con los dinosaurios, y a pesar de lo controlador, por no decir más, que puede ser Christian Gray, al fin y al cabo nos hace sentir una pizca de amor por aquel magnate de los negocios y quiéranlo o no, a ratos o por períodos todas hemos sido una Señorita Steele. 

jueves, 14 de febrero de 2013

Crónica de una canción desesperada


Jamás pensé que al presionar el botón “publicar” sobre mi columna anterior iba a ver cómo un pedacito de mi escarchado corazón se desmorona. Sí, porque por esas casualidades de la vida y las redes sociales el susodicho en cuestión terminó leyéndola y por supuesto no le dieron ganas de volver a verme.

Sí, porque eso de que te den la PLR la noche previa al 14 de febrero creí que sólo era parte de una película gringa o simplemente de un hombre que debe que ser bien cobarde (por llamarlo sutilmente). Pero siento que este no es el caso.


Yo lo quería, sí, lo quiero. Lo quiero porque ha sido el único hombre en años que me tratado como creo, merezco. Lo quiero porque podíamos pasar horas conversando de la vida, el trabajo y trivialidades que culminaban siempre teniéndonos sobre la cama como una verdadera obra de arte.

Lo quiero porque rompía mi rutinaria vida así como estallan los cristales. Lo quiero porque a pesar de que él tiene a su distinguida esposa nunca me hizo sentir como “la otra” o como una amante. Jamás fui su amante, ni me sentí como tal.

Lo quiero porque era una “relación” perfecta. Él en su ciudad, yo en la mía. Él con su vida, yo con la mía. Cada uno con sus respectivos espacios, libres de explicaciones y retos. Libres de escenas de celos ni compromisos. Recuerdo que una vez me dijo “sé que amas la música tanto como tu libertad” y ha sido lo más hermoso que me han dicho en los últimos años. Y salió de su boca. De esa boca que deseo a miles de kilómetros de distancia y que obvio, no tendré más.

Lo quiero porque se transformó en la mejor aventura, en los mejores polvos, porque no creo que hiciéramos el amor. Lo quiero porque le gustaba entrometerse en lo que yo pensaba cada vez que lo miraba.

Lo quiero porque hacía de lo prohibido un mundo clandestino que ni siquiera la Comisario Manuela habría podido descubrir. Porque el superhéroe de aquella historieta de cómic estaba conmigo. Y con nadie más.

Como decía el gran Neruda: Yo lo quise, y a veces él también me quiso. Pero claro, el poema 20 de amor hoy se convierte en una canción desesperada.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La distinguida esposa y la mejor amante


Llega el 14 de febrero y con ello el desfile de parejas salpicando amor, globos rojos, flores, chocolates, peluches (¿aún se regalan peluches?) en fin, regalos típicos y poco originales de alguien que de seguro no se dio mucho tiempo para elegir.
Casados, convivientes, ponientes (ah no esos no celebran nada pues, amigos con ventaja, nada que ver, cero compromisos, cero fechas, amor libre, ya ok). Sigamos, parejas por las calles, en los parques, en las bancas, en el pasto. Parejas everywere.

Pero, ¿quién piensa en los amantes? Esos que desean pasar el día juntos pero él debe pasarlo con su distinguida esposa. Por ende, la “otra” debe quedarse mirando por la ventana la lluvia caer, y es ahí cuando suena de fondo la gran Ana Gabriel con su famoso “..cuánto daría por gritarles nuestro amor. Decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin control..” y sigan ustedes con el coro..

Sí, porque ellas muy amantes pueden ser pero también tienen el mínimo derecho de ser agasajadas pues, o creen que las horas de sexo desenfrenado a la hora que sólo él “puede” es porque una no tiene nada más que hacer?
Y claro, una en silencio debe esperar, quizás exigir o simplemente morderse la lengua. Yo creo que lo más tortuoso es pensar las 24 horas del 14 de febrero en aquella escena donde el susodicho llega con las flores a la casa, se las da a la distinguida esposa, le da un beso, mientras, ella le tiene una rica cena, con el florero de rosas rojas que combinan con el mantel. Tan distinguida ella.



Lo cierto es que cuando la noche baja, caen con ello los recuerdos de aquel amante. Exista o no aún. Pues si anda de vacaciones en familia por supuesto no da señales de vida o con suerte, un mensaje de cortesía que en el fondo no dice nada. Y claro, cómo le vas a escribir tú, nada que ver. Qué desatino. Es ahí cuando ya ni sabes lo que eres, si sigues siendo la amante o te mandaron sutilmente a la mierda “por vacaciones”. Ah, porque lo más probable es que finalizado su descanso regrese como si nada.

Pero no importa, mientras a la distinguida esposa la llena de chocolates para el aniversario o para San Valentín, las amantes nos comemos los recuerdos, los momentos y las palabras. Al fin y al cabo no seremos nosotras las que terminemos engordando. Viendo el vaso medio lleno. (Aunque en realidad quisieras que sea un jarrón para lanzárselo con todo a ese tal cupido por poner sus flechas donde no debe). Alguien debería hacerlo, en el nombre de todas nosotras. Mientras, Ana Gabriel sigue sonando de fondo y la lluvia no para.

martes, 12 de febrero de 2013

“40 y 20: Cuando el sexo no es una buena idea"

Siempre me he preguntado por qué los hombres que desean ir a la cama conmigo no son veinteañeros como yo. Pasan los 30 y a veces, los 40. Yo no me hago problema, los prefiero maduros. A pesar de que yo estoy lejos de los 30. Aún.
Sí, son más interesantes y a veces te das un gusto con un galanzote de éstos, aunque si de ponernos winner se trata, más bien el gusto se los dan ellos con una. Y así fue mi primera experiencia con un cuarentón.

Un sujeto con pinta de Seremi, porque lo era, lo fue. Entre “políticamente correcto” pero con alma de loquillo. Conocido en el “medio” como un galán de esos que no se les escapa una. Primero, te empieza a seguir por twitter, no porque le interese leer tus comentarios, sino porque te ve como una posible presa a cazar y necesita tantear terreno.

Ve buena onda en la red social y se lanza de lleno a los mensajes privados. Insinuantes, pero sutiles, y una como no nació ayer sabe lo que el sujeto quiere. Era atractiva la idea de salir con un cuarentón, guapo, inteligente, con un buen puesto y codiciado por jóvenes, señoras, dueñas de casa, señoritas y no tan señoritas. Reconozco un poco de temor, sí, pero su vehículo estaba afuera de mi edificio.


Primera cita, un cerro. Partimos mal pero ya estaba ahí, metida en una mezcla de romanticismo que busca engatusarte y caer redondita. Creen que se las saben todas pero una es más viva. Yo iba dispuesta a acostarme con él, pues era lo que él quería no? Y yo también. Pero ese romanticismo y vendida de pomá fue tal que intentó engrupirme con la historia de “cómo se enamoraban los mayas” y yo sólo miraba el techo (del auto). En resumen, los mayas, en cada cita con su amada sólo jugaban “con la puntita” y no hacían el amor hasta ya pasado un tiempo. Cuento corto, no tiramos.

Decidí darle una segunda oportunidad, pues no me iba a dejar con las ganas. Y nuevamente, dentro de su auto, en un sitio apartado de la ciudad fue la cita. Otra vez, mal. Un hombre como esos debería rajarse e invitarte a un motel. Pero a un buen motel. Aquí, ni eso. Llegó el momento y tiramos. Él lo pasó tan chancho que al terminar el acto hasta pensé que le daba un “patatús” al “viejito”. Yo, yo me vestía en el asiento del copiloto y pensaba “eso fue todo? No puede ser!”. Con mi mejor cara y solidarizando con el hombre hice como que no pasaba nada pero por dentro me desilusionaba del galanzote de cartón. Quizás tuvo un mal día, no sé, pero le di una oportunidad más. Ya cuando estaba en el auto en la tercera cita y me percaté que buscaba un “sitio eriazo” sentí que mis piernas se cerraron como un imán y que era tanto mi disgusto que creí no poder abrirlas por nada del mundo. Tiré enojada. Y al cabo de no más de 5 minutos el “galán” ya estaba en su máximo placer y con la respiración a full. Eso había sido todo.

Moraleja, chicas, no se dejen engañar por estos galanzotes, quizás tuve la mala suerte de encontrarme con uno que dejó mal a la generación de 1970, pero lo cierto es que la sensación de haber tenido uno de tus peores polvos o de pensar que “se te muere el viejito” no es recomendable para jóvenes llenas de energía. Pues al menos yo, a mis veintitantos, sé más de farándula que de primeros auxilios.

Fantaseando en la fila


Creo que de un tiempo a esta parte los "touch and go" se han transformado en una de las cosas más entretenidas de mi vida. Y no digo que sea algo que hago cada vez que puedo o con quien se me cruce por delante, se equivoca, esas cosas se hacen siempre cuando una QUIERA y no cuando PUEDA.
Quién no ha soñado o imaginado cosas en la calle, en el metro, la micro, la fila del banco, la consulta del doctor o donde la mente se concentra en una sola cosa: un encuentro casual con un desconocido y donde uno menos lo imagina.


Pero este desconocido tampoco es cualquier pelagato que de califa te mira degeneradamente y termina causándote repudio. Si no, que imaginamos a ese hombre con pinta de rudo, de brazos fuertes que al verlos inevitablemente te imaginas una arrinconá por ahí y con su buen agarrón, con buen perfume (porque el olor a piel no calienta a nadie y el perfume todo el rato), con la buena camisa para desabrochar, el jeans medio ajustado y un tanto despeinado para terminar de chasconearlo como corresponde.


Imaginas que lo ves llegar a donde estás, cruzada de miradas, sonrisas varias pero discretas, algún gesto técnico y al ataque. Son parte de alguna fantasía digo yo, pero lo cierto es que muchas seríamos felices con una aventura como ésta, o para las más cartuchas se convertiría en la historia de sus vidas, historia que seguramente a muchas de esas “aritos de perla” les quedaría gustando como en alguna oportunidad me pasó a mí y que ahora me tiene escribiendo y contando las cosas obscenas o revelando lo que pasa por mi mente cuando no estoy pensando en el trabajo.


Y si, cuando era “más joven” esos aritos de perla que usaba pasaron de pronto a extraviarse “por dar la pasá” y fue entonces cuando me di cuenta que la vida era una sola y no por cartucha iba a dejar pasar las cosas buenas que tiene la vida, digo yo.


Eso sí, la fantasía y todas esas cosas ricas y pasionales que están de lo mejor en tu mente se pegan el porrazo de la vida cuando te percatas que es tu turno y que el cajero del banco es el típico guatón, viejo, con cara de “puta la hueá” y que ni siquiera te dice “buenos días” porque quiere irse luego para la casa. Y es ahí cuando piensas: seguirá siendo una fantasía animada de ayer y hoy.. (y si tienes mala suerte, quizás de mañana también). Porque claro, ese hombre rudo, apuesto, de camisa, con mirada desafiante sólo existe en las películas de acción. Donde realmente hay acción. Y de la buena.