Llega el 14 de
febrero y con ello el desfile de parejas salpicando amor, globos rojos, flores,
chocolates, peluches (¿aún se regalan peluches?) en fin, regalos típicos y poco
originales de alguien que de seguro no se dio mucho tiempo para elegir.
Casados,
convivientes, ponientes (ah no esos no celebran nada pues, amigos con ventaja,
nada que ver, cero compromisos, cero fechas, amor libre, ya ok). Sigamos,
parejas por las calles, en los parques, en las bancas, en el pasto. Parejas
everywere.
Pero, ¿quién piensa
en los amantes? Esos que desean pasar el día juntos pero él debe pasarlo con su
distinguida esposa. Por ende, la “otra” debe quedarse mirando por la ventana la
lluvia caer, y es ahí cuando suena de fondo la gran Ana Gabriel con su famoso
“..cuánto daría por gritarles nuestro amor. Decirles que al cerrar la puerta
nos amamos sin control..” y sigan ustedes con el coro..
Sí, porque ellas
muy amantes pueden ser pero también tienen el mínimo derecho de ser agasajadas pues,
o creen que las horas de sexo desenfrenado a la hora que sólo él “puede” es
porque una no tiene nada más que hacer?
Y claro, una en
silencio debe esperar, quizás exigir o simplemente morderse la lengua. Yo creo que lo más tortuoso es pensar las 24 horas del 14 de
febrero en aquella escena donde el susodicho llega con las flores a la casa, se
las da a la distinguida esposa, le da un beso, mientras, ella le tiene una rica
cena, con el florero de rosas rojas que combinan con el mantel. Tan
distinguida ella.
Lo cierto es que
cuando la noche baja, caen con ello los recuerdos de aquel amante. Exista o no
aún. Pues si anda de vacaciones en familia por supuesto no da señales de vida o
con suerte, un mensaje de cortesía que en el fondo no dice nada. Y claro, cómo
le vas a escribir tú, nada que ver. Qué desatino. Es ahí cuando ya ni sabes lo
que eres, si sigues siendo la amante o te mandaron sutilmente a la mierda “por
vacaciones”. Ah, porque lo más probable es que finalizado su descanso regrese
como si nada.
Pero no importa,
mientras a la distinguida esposa la llena de chocolates para el aniversario o
para San Valentín, las amantes nos comemos los recuerdos, los momentos y las
palabras. Al fin y al cabo no seremos nosotras las que terminemos engordando.
Viendo el vaso medio lleno. (Aunque en realidad quisieras que sea un jarrón
para lanzárselo con todo a ese tal cupido por poner sus flechas donde no debe).
Alguien debería hacerlo, en el nombre de todas nosotras. Mientras, Ana Gabriel
sigue sonando de fondo y la lluvia no para.
Entretenido tu blog y comparto plenamente lo que sentiste al escribir esta columna.
ResponderEliminarSaludos,