miércoles, 13 de febrero de 2013

La distinguida esposa y la mejor amante


Llega el 14 de febrero y con ello el desfile de parejas salpicando amor, globos rojos, flores, chocolates, peluches (¿aún se regalan peluches?) en fin, regalos típicos y poco originales de alguien que de seguro no se dio mucho tiempo para elegir.
Casados, convivientes, ponientes (ah no esos no celebran nada pues, amigos con ventaja, nada que ver, cero compromisos, cero fechas, amor libre, ya ok). Sigamos, parejas por las calles, en los parques, en las bancas, en el pasto. Parejas everywere.

Pero, ¿quién piensa en los amantes? Esos que desean pasar el día juntos pero él debe pasarlo con su distinguida esposa. Por ende, la “otra” debe quedarse mirando por la ventana la lluvia caer, y es ahí cuando suena de fondo la gran Ana Gabriel con su famoso “..cuánto daría por gritarles nuestro amor. Decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin control..” y sigan ustedes con el coro..

Sí, porque ellas muy amantes pueden ser pero también tienen el mínimo derecho de ser agasajadas pues, o creen que las horas de sexo desenfrenado a la hora que sólo él “puede” es porque una no tiene nada más que hacer?
Y claro, una en silencio debe esperar, quizás exigir o simplemente morderse la lengua. Yo creo que lo más tortuoso es pensar las 24 horas del 14 de febrero en aquella escena donde el susodicho llega con las flores a la casa, se las da a la distinguida esposa, le da un beso, mientras, ella le tiene una rica cena, con el florero de rosas rojas que combinan con el mantel. Tan distinguida ella.



Lo cierto es que cuando la noche baja, caen con ello los recuerdos de aquel amante. Exista o no aún. Pues si anda de vacaciones en familia por supuesto no da señales de vida o con suerte, un mensaje de cortesía que en el fondo no dice nada. Y claro, cómo le vas a escribir tú, nada que ver. Qué desatino. Es ahí cuando ya ni sabes lo que eres, si sigues siendo la amante o te mandaron sutilmente a la mierda “por vacaciones”. Ah, porque lo más probable es que finalizado su descanso regrese como si nada.

Pero no importa, mientras a la distinguida esposa la llena de chocolates para el aniversario o para San Valentín, las amantes nos comemos los recuerdos, los momentos y las palabras. Al fin y al cabo no seremos nosotras las que terminemos engordando. Viendo el vaso medio lleno. (Aunque en realidad quisieras que sea un jarrón para lanzárselo con todo a ese tal cupido por poner sus flechas donde no debe). Alguien debería hacerlo, en el nombre de todas nosotras. Mientras, Ana Gabriel sigue sonando de fondo y la lluvia no para.

1 comentario:

  1. Entretenido tu blog y comparto plenamente lo que sentiste al escribir esta columna.
    Saludos,

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