martes, 12 de febrero de 2013

“40 y 20: Cuando el sexo no es una buena idea"

Siempre me he preguntado por qué los hombres que desean ir a la cama conmigo no son veinteañeros como yo. Pasan los 30 y a veces, los 40. Yo no me hago problema, los prefiero maduros. A pesar de que yo estoy lejos de los 30. Aún.
Sí, son más interesantes y a veces te das un gusto con un galanzote de éstos, aunque si de ponernos winner se trata, más bien el gusto se los dan ellos con una. Y así fue mi primera experiencia con un cuarentón.

Un sujeto con pinta de Seremi, porque lo era, lo fue. Entre “políticamente correcto” pero con alma de loquillo. Conocido en el “medio” como un galán de esos que no se les escapa una. Primero, te empieza a seguir por twitter, no porque le interese leer tus comentarios, sino porque te ve como una posible presa a cazar y necesita tantear terreno.

Ve buena onda en la red social y se lanza de lleno a los mensajes privados. Insinuantes, pero sutiles, y una como no nació ayer sabe lo que el sujeto quiere. Era atractiva la idea de salir con un cuarentón, guapo, inteligente, con un buen puesto y codiciado por jóvenes, señoras, dueñas de casa, señoritas y no tan señoritas. Reconozco un poco de temor, sí, pero su vehículo estaba afuera de mi edificio.


Primera cita, un cerro. Partimos mal pero ya estaba ahí, metida en una mezcla de romanticismo que busca engatusarte y caer redondita. Creen que se las saben todas pero una es más viva. Yo iba dispuesta a acostarme con él, pues era lo que él quería no? Y yo también. Pero ese romanticismo y vendida de pomá fue tal que intentó engrupirme con la historia de “cómo se enamoraban los mayas” y yo sólo miraba el techo (del auto). En resumen, los mayas, en cada cita con su amada sólo jugaban “con la puntita” y no hacían el amor hasta ya pasado un tiempo. Cuento corto, no tiramos.

Decidí darle una segunda oportunidad, pues no me iba a dejar con las ganas. Y nuevamente, dentro de su auto, en un sitio apartado de la ciudad fue la cita. Otra vez, mal. Un hombre como esos debería rajarse e invitarte a un motel. Pero a un buen motel. Aquí, ni eso. Llegó el momento y tiramos. Él lo pasó tan chancho que al terminar el acto hasta pensé que le daba un “patatús” al “viejito”. Yo, yo me vestía en el asiento del copiloto y pensaba “eso fue todo? No puede ser!”. Con mi mejor cara y solidarizando con el hombre hice como que no pasaba nada pero por dentro me desilusionaba del galanzote de cartón. Quizás tuvo un mal día, no sé, pero le di una oportunidad más. Ya cuando estaba en el auto en la tercera cita y me percaté que buscaba un “sitio eriazo” sentí que mis piernas se cerraron como un imán y que era tanto mi disgusto que creí no poder abrirlas por nada del mundo. Tiré enojada. Y al cabo de no más de 5 minutos el “galán” ya estaba en su máximo placer y con la respiración a full. Eso había sido todo.

Moraleja, chicas, no se dejen engañar por estos galanzotes, quizás tuve la mala suerte de encontrarme con uno que dejó mal a la generación de 1970, pero lo cierto es que la sensación de haber tenido uno de tus peores polvos o de pensar que “se te muere el viejito” no es recomendable para jóvenes llenas de energía. Pues al menos yo, a mis veintitantos, sé más de farándula que de primeros auxilios.

8 comentarios:

  1. pocas veces me intereso en leer algo, pero tu entrada me resultó bastante interesante! bueno mejor suerte para la próxima saludos

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  2. Gracias por pasar, estoy reestructurando el blog así que vendrán más columnas. Espero tus comentarios!! =)

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  3. Definitavemente no sabes más que el sujeto, ni lo que él quería...

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  4. O sea, lo que él quería estaba claro.. o no?

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  5. Mal ojo Nena...aunq el detalle de los Mayas demasiado cursi pa un tipo viejo, tirar en el auto la primera vez patético

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  6. Puchas, que mal dejó el caballero a la administración pública copiapina jejeje Saludos Luz, excelente iniciativa.

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    1. Noooo, ojo que el susodicho no es de Copiapó.. esta columna fue escrita hace como 3 años.. yo ni siquiera estaba acá jaja. Saludos!!

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  7. Debes ser la típica chica que cree que el hombre debe hacer todo... tal vez tú no das la talla tampoco.

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