Quien no ha tenido un amor platónico
en la adolescencia, algo medio ridículo pero menos mal que con el paso de los
años nos vamos poniendo más realistas. Hoy eso que llamamos “platónico” se
traduce al hombre guapo, exitoso, codiciado, pero casado. Quizás eso no sea lo
peor, pero sí que la distinguida esposa sea verdadera bruja, según cuentan las
malas lenguas.
Pero ese hombre inalcanzable
tiene aspecto de macho alfa encubierto, es humilde y no piensa en la
posibilidad de portarse mal. Malas señales que lo hace más inalcanzable, mientras
allá afuera hay una fila de féminas explotando feromonas por montón.
Corren las noticias y las malas
lenguas cuentan “en el pueblo” que ahora es un hombre soltero, saltamos como grillos de nuestro puesto y pensamos en algún plan maestro que nos
permita ganarnos su confianza para luego atacar como cazador a su presa.
“Es un hombre que hay que
compartir” dicen algunas mujeres, y bueno, el macho alfa tiene aire de ser un
hueso duro de roer, más ahora que está solito, quizás indefenso, un poco triste e inestable emocionalmente, o puede ser también favorable si pensamos en su vulnerabilidad. O
es muy perverso lo que estoy diciendo?
Lo cierto es que se transforma en
una verdadera misión, para la cual hay que hacer un trabajo de joyería y la
verdad es que a veces una ya no está para esas cosas. Uno se convierte en
espía, se las da de sicóloga, a veces humorista y quizás que otra ridiculez
para llamar la atención de aquel macho alfa, que al fin y al cabo, debe tener
un remolino en el cerebro. Y claro, es ahí cuando nos cuestionamos si valdrá o
no la pena, sea por culpa de la feromonas o sólo con el fin de pasar una apasionada
noche y quitarnos el “empacho” de una vez.
A estas alturas los trabajo de
joyería son una lata, más cuando ya conoces a los hombres y sabes que más de
una cana verde te van a sacar, igual intentarlo no cuesta nada. El límite es
nuestro, pero lo cierto es que de cazarlo, serás la envidia de muchas y el
trabajo de joyería habrá tenido su recompensa. Y qué mejor trofeo que aquel
hombre medio despechado, pobrecito, vulnerable que puede sorprenderte con un
gran zarpazo de tigre, y ahí la tortilla se puede dar vuelta. Pero qué más da,
ese hombre soltero ahora es la felicidad de las mujeres “en el pueblo” y al
menos es un soltero más dentro de una manga de hombres emparejados y/o
homosexuales. La contienda es desigual queridas amigas y lo peor, es que eso nos tiene pensando
en misiones secretas. Estamos cagadas.